La pasión literaria de Canserbero: descubrir su librero interior
En pleno 2025, la figura de Canserbero sigue resonando tanto en la música como en la palabra escrita. Más allá de sus letras y ritmos, su hábito de lectura configuran un universo personal repleto de interrogantes, cuestionamientos y anhelos. ¿Cuáles son esos volúmenes que exploró y qué lecciones extrajo de cada uno? A continuación presentamos un recorrido por los libros que leyó Canserbero, la guía esencial de su colección literaria.
Para entender sus influencias, debemos penetrar en esa biblioteca interior donde convergen múltiples géneros: de la filosofía al cómic, de la poesía al ensayo. Su fertilidad creativa no surge de la nada, sino de un constante cruce de ideas y de la digestión crítica de cada texto. Por eso, conocer la selección de obras que recorrió se convierte en un viaje fascinante por los cimientos de su obra artística.
A lo largo de esta primera sección respondemos directamente a la inquietud de libros que leyó Canserbero y trazamos un primer diagnóstico de sus principales referencias. Desde clásicos universales hasta autores contemporáneos de la escena latinoamericana, su biblioteca es más diversa de lo que podría suponerse.
Obras clásicas y sus influencias
Entre los títulos imprescindibles que Canserbero devoró, se destacan varios clásicos de la literatura universal. Estas lecturas no fueron meros pasatiempos, sino auténticas fuentes de inspiración para sus composiciones y ensayos. A continuación, se detallan algunas de las obras más significativas:
- «Crimen y castigo» de Fiódor Dostoyevski: una exploración profunda de la culpa y la redención.
- «El extranjero» de Albert Camus: la concepción del absurdo y la alienación moderna.
- «La metamorfosis» de Franz Kafka: la transformación y el aislamiento del individuo.
- «Don Quijote de la Mancha» de Miguel de Cervantes Saavedra: la locura, la fantasía y el idealismo.
Estas joyas del canon literario europeo marcaron un antes y un después en la forma en que abordó temas como la injusticia social, la angustia existencial y la búsqueda de sentido. En cada frase de Camus o en cada monólogo interior de Raskólnikov, Canserbero halló motivos para profundizar en sus propias contradicciones y para alimentar su lírica con una dimensión filosófica ineludible.
Vale destacar que este enfoque crítico lo llevó a releer varias veces a Dostoievski, incorporando matices de psicología profunda y tensión moral en sus letras. Asimismo, la ironía cervantina y el humor trágico de Kafka se vuelven palpables en esa capacidad suya de combinar lo solemne con lo absurdo.
Sin olvidar que estas lecturas clásicas convivieron con autores de la literatura castellana contemporánea, como Jorge Luis Borges, cuyas cuentas de laberintos y «otras inquisiciones» se colaron en su imaginario creativo.
Ensayos y reflexiones que marcaron su pensamiento
Más allá de la ficción, Canserbero buscó en los ensayos filosóficos y políticos las herramientas que lo ayudaran a comprender las estructuras de poder y las dinámicas sociales. Entre los volúmenes que exploró con detenimiento, se encuentran:
- «El contrato social» de Jean-Jacques Rousseau: el nacimiento de la voluntad colectiva.
- «La sociedad del espectáculo» de Guy Debord: crítica al consumismo mediático.
- «La mente moral» de Jonathan Haidt: una aproximación psicológica a la ética.
Estos textos le permitieron a Canserbero articular en sus canciones un discurso cohesivo sobre la alienación individual y la opresión sistémica. A través de sus reflexiones, trazó paralelismos entre los laberintos mentales de cada sujeto y las estructuras de dominación que configuran la realidad socio-política.
Además, su inquietud por la educación crítica lo llevó a descubrir autores latinoamericanos como Octavio Paz y Eduardo Galeano. En obras como «Las venas abiertas de América Latina», encontró una vehemente denuncia de los mecanismos históricos de saqueo y desigualdad, trasladando esos ecos a su propia visión del continente.
La lectura de estos ensayos no se limitó a una interpretación pasiva: Canserbero participó en talleres de discusión y en foros universitarios, siempre con la intención de afilar sus argumentos y de vincular teoría y práctica.
Poesía y lírica: la conexión con la palabra poética
En lo que respecta a la poesía, Canserbero no solo fue lector, sino también creador. Su fascinación por la poesía contemporánea argentina y latinoamericana lo llevó a leer:
- Julio Cortázar en su rol de poeta experimental, más allá de sus cuentos.
- Oliverio Girondo, con su propuesta innovadora de versos desbordantes.
- Idea Vilariño, cuyas palabras sobre el amor y el desengaño penetraron hasta su esencia.
Estas voces poéticas lo inspiraron a pulir sus propias metáforas y a conectarse con el ritmo íntimo de la palabra. De cada poeta extrajo la capacidad de condensar emociones profundas en un puñado de versos.
Por otra parte, su gusto por la poesía dijo presente en su colección de poetas universales: la obra de Pablo Neruda le proporcionó una lección de sensualidad y compromiso social; mientras que los sonetos de William Shakespeare le enseñaron la precisión del lenguaje clásico.
Filosofía y existencialismo en la biblioteca del artista
La filosofía existencialista resulta un pilar en la sensibilidad de Canserbero. Por eso, se sumergió en los escritos de:
Søren Kierkegaard, con sus nociones sobre la angustia y la decisión, y Friedrich Nietzsche, cuyas ideas sobre el superhombre y la voluntad de poder se entrelazaron con su propia mirada crítica sobre la moral tradicional.
Estos autores provocaron en él un debate interno sobre el sentido de la vida y la libertad individual. En cada capítulo de «Así habló Zaratustra» o en cada segmento de «El existencialismo es un humanismo», halló inspiración para traspasar los límites de la simple protesta y plantear, en cambio, un proyecto de transformación personal y colectiva.
Asimismo, su curiosidad por la fenomenología lo llevó a incursionar en la obra de Edmund Husserl y a complementar esos aprendizajes con la aproximación hermenéutica de Martin Heidegger. De ese cruce nació un discurso propio, donde la cuestión ontológica y la crítica social se fusionan en su poética y en su prosa.
Cómics y narrativa gráfica: un universo visual
Aunque tal vez sorprenda, Canserbero también fue un ávido lector de cómics y novelas gráficas. Reconoció en el formato una poderosa forma de transmisión de ideas y un estímulo para sus propias creaciones visuales y líricas. Entre los ejemplares de su colección, se destacan:
- «Watchmen» de Alan Moore y Dave Gibbons: la deconstrucción del héroe.
- «Maus» de Art Spiegelman: la memoria histórica en viñetas.
- «Sandman» de Neil Gaiman: mitología y fantasía urbana.
Estos cómics le demostraron que la palabra y la imagen pueden fundirse de manera exquisita para contar historias profundas. En sus propios videoclips y portadas de discos se aprecian claras referencias a la estética de Moore y Gaiman, así como esa mezcla de oscuridad y esperanza tan característica de su estilo.
Además, su interés no se limitó al mundo anglosajón. También disfrutó del trabajo de dibujantes latinoamericanos, descubriendo en la narrativa gráfica una forma de denunciar y de cuestionar las realidades sociales de nuestro continente.
Novelas contemporáneas imprescindibles
En la recta final de este recorrido, es clave mencionar los títulos contemporáneos que Canserbero no dejó pasar por alto. Estos volúmenes representan el pulso de la literatura actual y trazan puentes entre su música y la narrativa del siglo XXI:
«2666» de Roberto Bolaño le atrajo por su estructura coral y su mirada sobre la violencia. Por su parte, «La carretera» de Cormac McCarthy lo cautivó con su prosa austera y su tensión apocalíptica. Además, libros de jóvenes autoras argentinas, como Samanta Schweblin y Mariana Enríquez, figuraban siempre en su mesa de noche.
Estas lecturas contemporáneas alimentaron su compromiso con las problemáticas actuales: el calentamiento global, la crisis de identidad y la violencia urbana. De cada novela extrajo metáforas potentes y personajes que dialogan con sus propias canciones.
En definitiva, al explorar los libros que leyó Canserbero, descubrimos un artista que no solo cantó su realidad, sino que la pensó, la decodificó y la reescribió con cada nueva página. Su legado literario, vigente en 2025, se convierte en una invitación a profundizar en esas obras esenciales y a trazar nuevas conexiones entre música y palabra.