Qué quiere decir derogar una ley: significado y procedimiento

que quiere decir derogar una ley

Concepto y alcances de la derogación de una norma

En el marco del Derecho argentino, derogar una ley supone un acto jurídico de gran trascendencia: se trata de dejar sin efecto un cuerpo normativo que hasta ese momento regía en forma obligatoria. La derogación puede entenderse como la voluntad del Poder Legislativo (o, en algunos supuestos, del Ejecutivo) de suprimir total o parcialmente una disposición legal que ha perdido vigencia práctica, contraviene principios constitucionales o resulta innecesaria para la sociedad.

Cuando se abandona la aplicación de una normativa, el vacío jurídico que se genera puede cubrirse de diversas maneras: mediante la restauración de un régimen anterior, la sanción de un texto alternativo o la simple ausencia de regulación. En todos los casos, el fenómeno es parte del ciclo legislativo, pues las leyes nacen, se modifican, se complementan y, eventualmente, se extinguen.


El vocablo «derogar» proviene del latín derogare, que significa «abolir» o «deshacer». En nuestro país, la derogación de una ley se articula a través de procedimientos específicos y se instrumenta mediante actos formales: generalmente, la sanción de otra ley que en su articulado deje constancia de la supresión o modificación de la regla preexistente. Excepcionalmente, el Poder Ejecutivo puede dictar decretos de necesidad y urgencia (DNU) que, en alta gravitación, revoquen regulaciones vigentes; sin embargo, esto ocurre bajo estrictas condiciones constitucionales y siempre sujeto al control del Congreso.

Procedimiento legislativo para dejar sin efecto una ley

El camino para anular formalmente una norma se inscribe en el régimen de comisiones, debates y votaciones establecido por la Constitución Nacional y los reglamentos de las Cámaras. El proceso general consta de varias instancias, que describiremos a continuación de manera pormenorizada:

  1. Presentación del proyecto: Un legislador o un grupo de legisladores –en Diputados o Senadores– eleva al cuerpo legislativo un proyecto de ley que proponga la derogación total o parcial de la norma objetivo.
  2. Primera evaluación en comisión: El texto ingresa a la comisión respectiva (por ejemplo, Asuntos Constitucionales, Presupuesto y Hacienda, etc.), donde se estudia su oportunidad, se convoca a expertos y se emiten informes técnicos.
  3. Debate en el recinto: Superada la etapa de comisión, el proyecto se discute en sesión, donde se exponen argumentos a favor y en contra por parte de los bloques políticos.
  4. Votación e inscripción en actas: Para que prospere la derogación, se requiere el voto favorable de la mayoría simple, o en algunos supuestos –como leyes orgánicas o restricciones federales– de mayorías especiales. El resultado se asienta en las actas de la Cámara.
  5. Repetición del trámite en la otra Cámara: Tras la sanción en el cuerpo de origen, el proyecto recorre el mismo derrotero en la otra Cámara (ciclo bicameral).
  6. Promulgación y publicación: Si ambas cámaras aprueban idénticos textos, el Poder Ejecutivo promulga la norma derogatoria y se publica en el Boletín Oficial. Desde ese momento, la ley derogada cesa en su vigencia.
Quizás también te interese:  Ley 25246 que es y para qué sirve

En ocasiones, se recurre a derogaciones parciales en lugar de suprimir completamente el texto original. Esto ocurre cunado ciertas cláusulas o artículos resultan obsoletos o incompatibles con otros cuerpos legales, mientras que el resto de la norma conserva su utilidad. La técnica legislativa exige en estos casos una lista pormenorizada de artículos, incisos o párrafos a eliminar, manteniendo el resto íntegro.

Adicionalmente, existe la figura del decreto de necesidad y urgencia (DNU), que el Poder Ejecutivo nacional puede utilizar en situaciones excepcionales. Aunque no es un proceso legislativo ordinario, el DNU puede anular una ley vigente, pero siempre bajo la condición de que el Congreso interviniente lo valide o rechace dentro de los 10 días de su entrada en vigencia.

Otro mecanismo, menos frecuente, es el de la derogación tácita. Se produce cuando una ley nueva, debido a su contenido y al carácter completo de su regulación, resulta incompatible con una anterior. En tales casos, sin necesidad de un acto formal, la norma previa queda automáticamente afectada en aquello que sea contrario al régimen recién sancionado.

Implicancias jurídicas y sociales de la supresión normativa

El acto de dejar sin efecto una ley trasciende lo meramente técnico: genera consecuencias directas en la vida ciudadana, en el funcionamiento de las instituciones y en el orden público. Veamos algunas implicaciones clave:

Quizás también te interese:  Ley universal: qué es y sus principios básicos

Seguridad jurídica: La derogación de normas ineficaces o contradictorias contribuye a un sistema legal más predecible. Cuando el Código Civil o el Código Penal acumulan disposiciones superpuestas, los operadores de justicia tienen dificultades para aplicar la ley con coherencia.

Adaptación a realidades cambiantes: La sociedad evoluciona constantemente. Algunas leyes, concebidas hace décadas, resultan hoy obsoletas o incompatibles con los estándares internacionales de derechos humanos. Derogarlas permite modernizar el ordenamiento y armonizarlo con tratados y convenciones que Argentina ha ratificado.

  • Mejora en la competitividad: La eliminación de regulaciones engorrosas favorece la inversión y la creación de empleo.
  • Reducción de litigiosidad: Normativas ambiguas o contradictorias suelen generar conflictos judiciales innecesarios; su supresión reduce la carga de los tribunales.
  • Fortalecimiento institucional: Procesos transparentes de derogación legitiman la actuación del Congreso y elevan el nivel de confianza ciudadana.

Sin embargo, no todo resulta beneficioso: eliminar un cuerpo legal sin prever un sustituto o marco alternativo puede generar vacíos normativos. Esto plantea riesgos, tanto para la administración pública –que puede carecer de herramientas para regular una materia– como para los particulares, que podrían quedar en un limbo de derechos y obligaciones.

Quizás también te interese:  Leyes que benefician a las mujeres: conoce tus derechos clave

En el plano social, la derogación de una norma puede despertar debates intensos. A veces se vincula con la defensa o el ataque de ciertos intereses corporativos: sectores productivos reclaman el levantamiento de impuestos o restricciones, mientras que sindicatos y organizaciones sociales pugnan por preservar medidas de protección laboral o ambiental. La pugna de voluntades queda plasmada en la dinámica legislativa y en la prensa nacional.

La opinión pública juega un rol fundamental: en democracia, los representantes suelen calibrar su voto en función de la recepción social. Plebiscitos, encuestas y movilizaciones pueden impulsarla derogación o, por el contrario, detenerla. El fenómeno demuestra que revocar una disposición legal no es solo un asunto técnico, sino también un ejercicio de poder democrático.

Ejemplos relevantes y desafíos actuales en Argentina

En 2025, el debate sobre la eliminación de normativas se focaliza en varios ejes: la reforma impositiva, la legislación ambiental y la modernización del derecho laboral. A continuación, repasamos algunos casos ilustrativos:

1. Reforma de leyes tributarias: Se han presentado proyectos para suprimir regímenes especiales de retenciones y alivianar la carga del impuesto a las ganancias. Los defensores aducen que así se fomenta la inversión; los opositores, que se perjudica la equidad fiscal. La discusión gira en torno a cómo compensar la caída de recursos con nuevas tasas o eliminando exenciones a grandes empresas.

2. Derogación parcial de normas ambientales obsoletas: Varios condicionamientos de proyectos de infraestructura quedaron en desuso tras la sanción de leyes más modernas sobre protección de bosques nativos. En estos casos, se optó por anular fragmentos de reglamentaciones provinciales que entraban en colisión con la Ley Nacional de Bosques, simplificando los trámites de evaluación de impacto ambiental.

3. Actualización del régimen de trabajo remoto: La pandemia impulsó legislación de urgencia para el teletrabajo. Hoy, se debate cuál será el futuro de esas normas: algunos sectores proponen su revocación total para reincorporar a la fuerza laboral a los espacios presenciales; otros advierten que eliminar por completo el marco actual implicaría retroceder en derechos adquiridos por los trabajadores.

Los desafíos emergentes incluyen:

  • Coordinación federal: La coexistencia de leyes nacionales y provinciales a veces genera contradicciones. Avanzar en derogaciones parciales exige consenso interjurisdiccional.
  • Transparencia en la sanción: Evitar que la supresión de normas sea capturada por intereses particulares requiere controles legislativos rigurosos y participación ciudadana.
  • Cobertura de vacíos: Diseñar marcos de sustitución antes de dejar sin efecto disposiciones críticas, para garantizar continuidad en la regulación de sectores estratégicos.

El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Universidad Nacional de La Plata y la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados han impulsado foros donde expertos de distintas disciplinas analizan los impactos concretos de estos procesos legislativos. Esas instancias aportan estudios de caso, datos estadísticos y recomendaciones para mejorar la calidad normativa.

Por último, advierte la jurisprudencia reciente que los tribunales, al analizar conflictos derivados de derogaciones, suelen interpretar con apego al principio de retroactividad limitada: solo se aplica la supresión para hechos futuros, salvo que el legislador expresamente disponga otra cosa. Esta doctrina busca proteger la seguridad jurídica y el derecho adquirido por los administrados.